El aguilucho

Mamá águila enseña a su pequeño a volar.

Cuentos de vida

Mamá águila había llegado a la conclusión de que ya era hora de que su polluelo echara a volar. Lo condujo a la rama más alta de un árbol y le dijo:

- Mira como lo hago yo, hijo- mientras sacudía elegantemente sus alas y escribía en el cielo una linea perfecta.

El joven aguilucho la miraba con envidia e incluso intentó extender las alas pero se asustó y se agarró firmemente a la rama del árbol como el naúfrago se sujeta al último tablón.

Mamá águila volvía y se posaba, animando a su retoño.

- Tienes que hacerlo- le decía- eres un águila y nosotras somos las dueñas del cielo.

- Pero es que no sé cómo se vuela. Seguro que caeré al suelo y me mataré- decía temblando el pequeño.

Pero la madre le miraba con severidad.

- Sabes hacerlo. Está en tu naturaleza. No hay nada que aprender, solo saltar al vacío y dejar que tus alas se muevan.

Y como demostración volvía a echar a volar y daba lejanas vueltas alrededor del árbol.

El aguilucho , cada vez más nervioso, se movía de un lado a otro de la rama intentando saltar y desplegar sus alas, pero sintiendo miedo en el último momento.

En una de estas se desplazó un poco más de lo debido al extremo de la rama y esta se rompió con un clack que resonó en el bosque y que llenó de terror al joven águila. Mientras caía del árbol su naturaleza se impuso a su miedo y comenzó a mover las alas y a volar. Se elevó por los aires, hizo piruetas y sobrevoló un rio cercano. Flotaba en el aire, lleno de felicidad, mientras se acercaba a su madre gritando:

-Mamá, ya sé volar-

Y es que, a veces, la vida nos da el pequeño empujón que necesitamos para ser nosotros mismos.

Autor: Javier Miguel Pérez.

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