Cuando la realidad es tan dura que no te deja vivir, la razón se aparta, la memoria se fulmina y nos queda un ser humano capaz de vivir sus sentimientos empezando de cero.
Habilidades sociales
El otro día caminando por la calle me encontré con una persona que me resultaba familiar, sin embargo por más vueltas que le daba a la cabeza no era capaz de reconocer quién era, ni dónde la había conocido. En mi confusión intenté pensar y llegué a la conclusión de que lo único que recordaba era la emoción que esa persona me hacía sentir. Recordaba que era alguien que aportó a mi vida emociones positivas, que me caía bien y que me era simpática. Pero seguía sin recordar su nombre, ni el lugar en el que la conocí.
Finalmente y tirando de mis recuerdos emocionales conseguí averiguar todo sobre ella, su nombre, donde la conocí y lo más importante de todo que, efectivamente, fue alguien que aportó cosas buenas a mi vida. No puedo dejar de acordarme en estos momentos de mi abuela, enferma de Alzheimer, que tras haber olvidado los nombres y el parentesco de todos y cada uno de sus hijos y de sus nietos, lo que nunca olvidó fue su emoción. Su gran sonrisa de complicidad al vernos. Quizás su cognición estaba confusa pero sus sentimientos eran claros. A mi madre la llamaba mamá, yo trataba de explicarle que era su hija, no su madre y ella se negaba. Supongo que el rol que mi madre tenía era de cuidarla y protegerla, es decir, en realidad, en esos momentos era su madre. Y quién era yo para martirizarla quitandosela. Así que desde aquel día la compartimos.
Comentando esto mismo con un colega que trabaja en un hospital en cuidados paliativos me dijo "bendita demencia Rosi, bendita demencia" hay personas que tienen una vida durísima al final y la demencia viene a rescatarles, dándoles un respiro. Y realmente pensé que tenía razón, cuando la realidad es tan dura que no te deja vivir, la razón se aparta, la memoria se fulmina y nos queda un ser humano capaz de vivir sus sentimientos empezando de cero, viviendo el momento. Lo mejor que podemos hacer es cuidarles y protegerles porque somos lo único que les queda. Y quizás su memoria cognitiva casi no existe, pero sus emociones siguen ahí intactas, deseando cariño y felicidad con la ingenuidad de un niño...