La influencia del microcontexto en la Terapia de Interacción Recíproca.

El objetivo del presente artículo es presentar un enfoque cuantitativo de algunas características de la Terapia de Interacción Recíproca® de Roberto Aguado.

Habilidades sociales

La Terapia de Interacción Recíproca (en adelante, T.I.R.) se refiere al microcontexto como “la familia, el contexto más cercano”, cuando explica que durante los primeros años de vida la información contextual va cimentando los pilares de la personalidad.

Durante la primera infancia, se podría decir que el sujeto se encuentra permanentemente en estado cuasi-hipnótico (si atendemos a la frecuencia de las ondas cerebrales que predominan en los niños muy pequeños), lo cual facilita la “grabación” emocional de los acontecimientos cotidianos vivenciados. Dichos acontecimientos corresponden únicamente al denominado microcontexto, en la T.I.R. En esa etapa temprana de la existencia, aunque la familia del sujeto estará, por supuesto, inmersa en una cultura condicionante, el niño sólo se ve afectado en la práctica por la comunicación emocional que recibe de las personas que le cuidan directamente.

La mencionada “grabación emocional” derivará en una serie de representaciones mentales, algunas de carácter positivo, por cuanto serán beneficiosas para la psicología posterior del sujeto, y otras negativas que darán lugar a lo que denominamos conflictos. Dichas “grabaciones” equivaldrían al concepto de Esquema Emocional descrito por Greenberg en 1993: “El procesamiento tácito de alto nivel que constituye una elevada integración personal de lo biológico y vivencial, y actúa como una fuente de aspiración sofisticada acerca de nosotros mismos en relación con el mundo que nos rodea”.

Dichas representaciones mentales conforman la estructura básica emocional de la mente del sujeto, de forma que influirán en la interpretación de las posteriores experiencias vitales, actuando como una especie de filtro e incluso, en ocasiones, comportándose como auténticos “estímulos” internos que dirigirán la interpretación vivencial de la realidad externa que acontece. 

Es preciso tener en cuenta que el sujeto, en cuanto individuo único con una determinada potencialidad previa a la experiencia, nace con una serie de cualidades y predisposiciones (según las últimas investigaciones, parece claro que “la estructura inicial de la mente, como la del resto del cuerpo, se debe a los genes”), que se verán favorecidas o contrarrestadas por las experiencias concretas del microcontexto en el que le toca vivir sus primeros tiempos. Según Gary Marcus, investigador de la universidad de Nueva York, “el motivo de que los animales sean capaces de aprender es que pueden alterar su sistema nervioso basándose en la experiencia externa. Y son capaces de hacer esto porque la propia experiencia puede modificar la expresión de los genes”.

Todos los esquemas emocionales “grabados”, tanto los positivos como los negativos o conflictivos, procedentes de la interacción del sujeto con su microcontexto, constituyen lo que llamaremos aquí microcontexto interiorizado, en adelante . Este concepto incluye una relación de características psicológicas universales, con la particularidad de que cada microcontexto en particular puntuaría en intensidad y en polaridad cada una de las características. Dicho de otro modo, el de un individuo consistiría en vectores de puntuaciones sobre los deseos básicos, como el deseo de apego, el de contención, o el de delimitación.

Así, el sujeto, inicialmente sólo condicionado por sus potencialidades genéticas (lo que llamaremos Sujeto Genético o Sg), recibe una nueva serie de condicionamientos, estos procedentes de la experiencia en su entorno microcontextual, que quedan grabados en la psique como una suerte de programación, si se me permite la comparación, como si fuera un software básico o sistema operativo en un ordenador.

Bibliografía:

Marcus, Gary. The Bird of the Mind. NY: Basic Books, 2004. Trad. Española: El nacimiento de la mente. Barcelona: Ariel. 2005

Aguado, Roberto. Manual práctico de Terapia de Interacción Recíproca. Hipnosis clínica en psicoterapia. Madrid: Síntesis. 2005. p. 87.

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