Frotteurismo.
Obtienen placer sexual frotandose contra desconocidas en lugares concurridos.
El frotteurismo (del francés, "frotar"), consiste en la excitación sexual derivada de restregarse o frotarse contra mujeres desconocidas en lugares muy concurridos y sin el consentimiento de la víctima. Por lo general, el individuo frota su pene contra los muslos o las nalgas de la víctima y puede acariciarle los pechos y los genitales. Normalmente, el hombre fantasea una relación sexual con la víctima durante el acto. Lo que le da placer no es el componente coercitivo sino el contacto físico real.
Este trastorno suele darse en hombres tímidos, con dificultades en las relaciones con mujeres, entre los 15 y los 25 años, decayendo posteriormente. El frotteurista puede tener pareja y llevar una vida sexual normal o ser esta práctica el único medio de expresar su sexualidad.
Los frotteurs suelen realizar esta actividad introduciéndose en medios de transporte públicos atestados de gente y colocándose cerca de una mujer. El individuo saca provecho de la proximidad impuesta por la gran cantidad de gente y las oscilaciones del vehículo, normalmente un metro o un autobús, para frotar sus genitales contra la víctima. Las frecuentes paradas de estos medios de transporte facilitan la huida o el escape del frotteurista en el caso de que la víctima proteste por los hechos. En otras ocasiones puede ocurrir que la víctima permita que la actividad continúe por temor al ridículo.
En ciudades como México o Tokio, donde los transportes públicos están muy concurridos, el frotteurismo se ha convertido en una costumbre extendida, hasta el punto de que han tenido que colocar señales prohibiéndolo e incluso se han habilitado vagones "sólo para mujeres". No es una medida exagerada: dos de cada tres usuarias del metro de Tokio entre 20 y 30 años aseguraron haber sido “molestadas” en los vagones.
El frotteurismo requiere tratamiento clínico cuando es un comportamiento compulsivo y reiterado, llevado a cabo durante más de seis meses y que interfiere con la vida normal del individuo.
Esta parafilia requiere terapia psicológica en la cual se buscará encontrar la raíz del comportamiento y lograr que la persona cambie la manera de expresar su sexualidad.
Autora: Rosa María Miguel.